Quizá quieras conocerme un poco mejor
Desde pequeña, me fascinaba el mueble donde mi madre guardaba las medicinas.
No es que las coleccionara, pero como médica de profesión, siempre había recetas, cajas y prospectos rondando por casa.
Yo pasaba las horas ordenando todo aquello, celebrando cada vez que entraba una caja nueva. Me encantaba.
Unos años después, mi abuela —con su lógica de la época— solía decirme que estudiar Farmacia era ideal para una mujer, porque así podría tener a mis futuros niños en la rebotica mientras trabajaba.
Las abuelas tenían sus ideas… pero parece que, en parte, acertó.
Y así fue.
Aunque, eso sí, los niños no se quedan en la rebotica: entran, salen, saludan a los clientes y juegan con los sellos.
Un poco diferente, pero no tan lejos de lo que mi abuela imaginaba.
¿A qué me dedico?
Soy farmacéutica y mi misión es ayudarte: escucharte, orientarte y ofrecerte soluciones reales para tu salud y tu bienestar.
Aunque los farmacéuticos siempre hemos sido expertos en medicamentos, la profesión ha evolucionado. Y mucho.
Especialmente en zonas rurales, como donde se encuentra nuestra farmacia, a menudo somos el profesional sanitario más cercano a las personas.
Aquí atendemos mil y una consultas, desde las más sencillas hasta las que requieren verdadera atención.
Ayudar y aportar soluciones me conecta con aquella niña que disfrutaba tanto entre cajas de medicamentos.
Me gusta lo natural.
Ya no machacamos plantas como antes, pero ese espíritu sigue presente.
Conozco el mundo de la salud y el bienestar, y estoy aquí para acompañarte, sin imposiciones.
Tú tienes la última palabra.
Ese es —y seguirá siendo— nuestro trabajo.